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| Lector en el café. Pilar Iturralde 2025 |
El funcionamiento de una sociedad no es muy distinto al de un cuerpo humano y, como tal, susceptible de sufrir enfermedades e infecciones de todo tipo y por ello necesita cuidado, moderación y una buena dosis de tolerancia y empatía.
Valga el símil entre el cuerpo físico y el social. Los dos necesitan una dieta equilibrada, no abusar de las grasas, abundancia de verdura, fruta y ejercicio físico y también espiritual para que el "adentro y el afuera" no entren en contradicción.
Al cuerpo social que compartimos, con todo el periodo electoral previsto, le espera la caótica dieta que el mundo socio-político distribuye en los mercados de la actualidad. Lo que se nos viene encima no va a ser sino un capítulo más del mismo clima de tensión, insultos, juicios tendenciosos, o investigaciones de la corrupción ajena que puedan tapar la propia. Una alimentación fatal para la salud anímica.
Si eso lo acompañamos, con el soberbio repertorio de ambiciosas/os que anidan en despachos de gobierno/oposición, juzgados, redacciones de prensa y TV y hasta la conferencia episcopal que, a excepción del arzobispo de Tarragona, se apunta al bombardeo nacional, la dieta saludable ya es una utopía inalcanzable. Menos mal que para garantía del cristianismo militante, la diócesis de Tarragona siempre se ha apartado del espíritu de cruzada tan querido por el clero.
Los niveles de colesterol, glucosa y triglicéridos anímicos que nos esperan van a romper los aconsejado para la vida racional. En todo este menú de vanidad y falsedad tienen arte y parte la abundante nomina de todólogos y todólogas que en todos los medios van a inundarnos de cábalas, encuestas y vaticinios. Y si a este elenco de opinadores formales se le añade la turbamulta de ocurrentes y atractivas/os influencers que se van a apuntar a la feria, la alimentación anímica puede ser una bomba contra nuestra salud mental compartida.
Como defensa a este nuevo exceso que se avecina, solo se nos ocurre el ayuno como terapia. Un ayuno de informaciones, una huida de las cataratas de datos y un refugio en el silencio, en el trabajo personal y en el acercamiento a quién está a nuestro lado. La dieta incluye apagar telediarios, disminuir el ruido de las redes y recuperar la lectura como ejercicio de conocimiento. La de historia puede ser especialmente adecuada. Leer la del comienzo de la Guerra de Cuba o como USA inauguró con España el imperialismo que nutrió un siglo entero cargado de muerte, puede ser una buena meditación sobre el ser y el devenir humano, las élites gobernantes y los medios de comunicación. Los actores cambian, a William Randolph Hearst le ha sustituido Donald Trump, pero los actos son los mismos. La iniquidad atraviesa la historia.
Llegados al último párrafo con intención de abrir la ventana de la esperanza y a sabiendas de que nuestra propuesta es más utópica que Tomás Moro, solo se nos ocurre administrar una dosis masiva de empatía, de respeto al distinto (no por ello enemigo) y de búsqueda de la mesura y el encuentro en una sociedad plural.
Solo puedes entender a la gente si la sientes en ti mismo.

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